En una vereda del barrio Moscú, en Guatire, en una sencilla y bien aseada casita azul, vive Carit Rosely. Desde que nació ha presentado problemas psicomotores, que con los años la llevó al diagnóstico de padecer disfunción motora subtipo cuadriplejia espástica.
Su madre, Rosalía Pantoja, ha cuidado a Carit con sublime amor, y desde su primer año de vida han ido juntas al Hospital Ortopédico Infantil en busca de una mejoría en el desarrollo de la niña.
Hoy, por su condición, Carit no puede hablar, sólo emite sonidos; no posee masa muscular, pues se alimenta con compota, teteros y cereales infantiles; y sus extremidades no le permiten adoptar una posición erguida, pero nada de eso impide que sus ojos se iluminen y en su boca se dibuje una amplia sonrisa cuando ve llegar al personal de Fundailusión que viene a visitarla.
Carit permanece en cama, coquetamente ataviada para la ocasión, bajo el cuidado de su madre y su hermana Roxi, quien temporalmente hace una pausa en la vida que lleva en Valencia junto a sus hijos, para venir a Guatire a brindarle amor y cuidados a su hermana.
Para movilizarse la pequeña Carit, quien ya no es una niña, pero que por su aspecto no parece sobrepasar los 8 años, cuenta con una silla de ruedas algo deteriorada y no muy adecuada para su condición, por lo que Fundailusión ha llevado hasta su hogar una silla de ruedas reclinable, tipo camilla, especial para niños con paraplejia, además de alimentos especiales, insumos de aseo personal y vestido.
Su madre, Rosalía Pantoja, ha cuidado a Carit con sublime amor, y desde su primer año de vida han ido juntas al Hospital Ortopédico Infantil en busca de una mejoría en el desarrollo de la niña.
Hoy, por su condición, Carit no puede hablar, sólo emite sonidos; no posee masa muscular, pues se alimenta con compota, teteros y cereales infantiles; y sus extremidades no le permiten adoptar una posición erguida, pero nada de eso impide que sus ojos se iluminen y en su boca se dibuje una amplia sonrisa cuando ve llegar al personal de Fundailusión que viene a visitarla.
Carit permanece en cama, coquetamente ataviada para la ocasión, bajo el cuidado de su madre y su hermana Roxi, quien temporalmente hace una pausa en la vida que lleva en Valencia junto a sus hijos, para venir a Guatire a brindarle amor y cuidados a su hermana.
Para movilizarse la pequeña Carit, quien ya no es una niña, pero que por su aspecto no parece sobrepasar los 8 años, cuenta con una silla de ruedas algo deteriorada y no muy adecuada para su condición, por lo que Fundailusión ha llevado hasta su hogar una silla de ruedas reclinable, tipo camilla, especial para niños con paraplejia, además de alimentos especiales, insumos de aseo personal y vestido.